Ayer en el minisuper de enfrente de la oficina me encontré con un extranjero batallando para comprar una botella de agua y un chocolate. Después de un rato de verlo intentar comunicarse con el wey de la tienda decidí echarle la mano y hacerla de interprete. Ya entrados en gastos, hasta intenté hacerle platica, pero no lo único que me alcanzo a decir fue que era de Inglaterra, se iba mañana y que el chocolate se le hacía caro. (38 pesos por dos botellas de agua y dos snickers).
Al irse el inglés, el dependiente de la tienda me platicó que seguido recibía turistas tratándose de hacer entender. Sus favoritos son los chinos, que según el se paran y señalan como sabuesos sin moverse ni emitir sonido, hasta que alguien adivina que es lo que quieren.