octubre 15, 2004

Estoy perfectamente consciente que cada que pasa me amargo más. A lo largo de los años me he vuelto gruñón, mamón y rayando en lo intolerante.

¿Por qué?

Platicando con Andrés la semana pasada me dijo que una vez que me consiguiera una buena mujer se me pasaría lo gruñón y volvería a ser el Mau alegre que cada vez sale menos.

A mi me preocupa haber pasado el Point of no Return de la amargadez y que no se me quite. Me preocupa levantarme de mal humor el resto de mi vida (con excepción de los Domingos), me preocupa que no tenga ganas de salir los fines de semana, que ningún pretexto sea lo suficientemente bueno para celebrar, o preferir estar solo y encerrado que platicando con algún amigo. Damn!

Lo peor es que estoy consciente de ello, y no puedo solucionarlo. No me puedo obligar a ser feliz. Lo cual me molesta más, ya que yo creo que un individuo debe de ser capaz de producir y ser autosuficiente en cuanto a felicidad se trata. O al menos eso quiero creer, no quiero aceptar el hecho de que siempre va a haber algo externo desequilibrando al ser. Creo en el hombre, pero soy un pésimo ejemplo.

Aunque dicen que ningún hombre es una isla, y si lo soy no soy Ibiza, cheil! He de ser pinche Clipperton o algo así.

Aunque al final siempre llego a la misma y única conclusión, me siento solo.

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