Creo que ya lo había dicho antes, pero me gusta mucho la zona en donde trabajo. El centro y la zona rosa me quedan a distancia caminando, tengo sucursales de cualquier banco a unas pocas cuadras, hay muchas opciones para comer y hasta de tragos de vez en cuando, el Paseo de la Reforma quedó muy bonito y es muy agradable andar por el rumbo.
Hoy en la mañana, salí de mi casa con la corbata en la mano con el afán de ganar 20 segundos de tiempo y entretenerme en el tráfico mientras me la anudo al gañote.
A mitad de viaducto Tlalpan, mientras oía mas noticias sobre el desafuero (Ya soy señor, ya escucho noticias por la mañana), me di cuenta que la dichosa corbata estaba mas arrugada que Chespirito y se veía bastante mal.
Para colmo, mi coche no era el almacén de corbatas que suele ser, ya que, una de las pocas cosas que hice en vacaciones fue escombrarlo. Cheil! (Sobra decir que la corbata que escogí hoy se arrugó por estar en el coche como por dos meses).
Afortunadamente, trabajo justo enfrente de una tintorería de chinos, donde muy amablemente y por la módica cantidad de 10 del águila me plancharon la corbata (sin albur).
El Sr que la planchó no era chino (ni de pelo ni de nacionalidad) y utilizó una plancha eléctrica vieja vieja, que según él era el secreto del buen planchado, ya que las de vapor nomás no dejan igual la ropa y se arrugan más rápido.
Al parecer la tintorería es de catego, por que gran parte de su planchado lo hacen a mano con esas planchas y empacan la ropa bien pro para que no se arrugue. Es algo así como el Club Med de las tintorerías, nomás que chino.
Así que hoy agradecí tener enfrente una tintorería, creo que lo único que me falta cerca es una peluquería decente y una farmacia que no sea del Dr Simi (Con todo respeto al Doc.)
En la foto está el Maître Planchador de la Col Juárez y mi corbata.