Martes. No circulo.

Como siempre disfruto caminar de la oficina a la estación del metro, ahora aprecio el horario de verano, todavía hay luz cuando voy a casa. Veo el atardecer. El ipod pone una selección bastante atinada para ir construyendo el mood.

El metro va especialmente lleno, se me plantan vendedores de CD’s piratas con sus mochilo-bocinas justo enfrente. Cacofonía. 11 estaciones, hace calor.
El tren ligero va aún mas densamente poblado, el calor se eleva, los olores se intensifican, el aire es cada vez mas pesado. Calor. Sudor.

Salgo del convoy, apenas he caminado un par de metros por el parque y el viento empieza a soplar, se escucha el rugido cuando pasa a través de los árboles. Llueve.
Las gotas de lluvia son del tamaño exacto y la intensidad es la adecuada. No es ni chipi-chipi ni es un aguacero. Refrescante.

Me quito la corbata, el saco y volteo hacia arriba. Las gotas me mojan la cara y el viento me acaricia y revuelve el pelo. Huele a lluvia. Camino sin prisa alguna.
El ipod coopera, suena Dream #9.

Sonrío.
Me gusta la primavera.

Algo pasa con el aire acondicionado que no está funcionando bien. Hace calor.
Y no es que me queje, me gusta el calor, solo que no es lo mismo el calor en bermudas con una cerveza fría en la mano, que el calor con corbata y una taza de café en la mano.

¡Cómo no venimos a trabajar con menos ropa!
Ahora que lo pienso hay muchas cosas que hacer con poca/nada de ropa en la ciudad de México.
Se puede uno ir a tomar la foto al Zócalo, a protestar al cruce de Insurgentes y Reforma, o ir a asolearse a Marcelo Beach.

Acaban de pasar los encuerados de los 400 pueblos en su marcha diaria por paseo de la Reforma, me cae que se veían frescos.

Mantendré la ropa puesta pero cambiaré el Café por alguna bebida refrescante.

Pero bueno, hablando de esporas, según yo, solo necesitaba una TV de 42″, una conexión DSL y
un rollo de papel de baño para hacer habitable mi nueva casa, pero resultó que no es así de fácil.

En la sección «vamos a hacernos de necesidades que cubrir para ser felices», hay que ponerle piso al departamento (y no es que uno al entrar se caiga al departamento de abajo), sino que resulta que está todo cubierto por una alfombra que después de 3 años de no ser limpiada es muy probable que tenga ácaros y alguna otra clase de vida animal digna de una semana de especiales en el Animal Planet.
Así que, las buenas prácticas de seguridad e higiene recomiendan que lo mejor es deshacerse de la alfombra y ponerle parquet (Dicen que se pronuncia parqué… «Señor mío, si hubiera parqué no estaría usted aquí»), y que aparte de todo es mucho mas fácil de limpiar.

El sentido común dice que lo mas práctico sería hacer el cambio de piso antes de cambiarme, y así aprovechar que el lugar está vacío para mejor maniobra ponepisera.
Esto me trae algunos conflictos, como el que el gasto inicial que le haré al departamento no sería mi sistema de Audio y Video, sino será un piso. El piso es menos divertido que la televisión.

Lo mas que podría hacer sería pulir muy bien muy bien el piso para que refleje chido. Así cuando alguien me diga la frase «¿tienes tele? ahi te ves» yo pueda contestar que no, no tengo tele pero tengo piso y ahí también me puedo ver.

But then again, pulir pisos tampoco es tan divertido.

Después de tiempo de meditarlo, decidí hacerle caso a Emiliano Zapata y hacerme de Tierra y Libertad. Me voy a comprar un departamento.

La oportunidad está bastante clara: Necesito donde vivir, mi amigo Carlos tiene un departamento donde no vive, el banco donde trabajo me da una prestación muy amable para crédito hipotecario y zas!

Ya había estado en el lugar en alguna que otra pachanga, pero ayer ya con otra prespectiva fuimos a verlo.

Aparte de media docena de Palomas paracaidistas que anidaron bajo el boiler, todo está aparentemente bien y después de algunos trámites de rigor y previo desalojo de las aves, quedamos en el próximo 26 como día de entrega.

¡Celebraremos!