Los boletos salieron a la venta desde hace 6 meses. La anticipación fue mucha y poco a poco se diluyó el dineral que costó cada boleto. Ayer por fin fue el día.
El palacio de los deportes no es el lugar favorito de mucha gente para ir a un concierto, pero creo que para este espectáculo fue a la medida.
Un elemento que ayudó mucho a la experiencia, fue que los entusiastas de The Wall ya son somos de generación no tan impetuosa y mucho mas organizada. Sin contar a los niños que eran llevados por sus papás yo creo que eramos de los mas jovenes en el Domo de cobre.
Conocí The Wall como cuando tenía 11 o 12 años, gracias a mi hermano que un día llegó con el cassette a la casa y lo escuchaba 24/7. Al esa tierna edad había temas que me freakeaban un poco, como Empty Spaces y su mensaje al revés y no los bajaba de satánicos. Una vez pasado ese estigma, le agarré sabor y se convirtió en parte del soundtrack de mi adolescencia.
Ya había visto el concierto del ’89 en la plaza Postdamer de Berlin cuando se cayó el muro y todo, pero nada me preparó para la magnitud del espectáculo que vi anoche.
Desde el momento de llegar al Palacio, el puro escenario hizo que se me encuerara el chino.
El setlist ya me lo sabía de memoria, junto con todos los asistentes al concierto. Desde «in the flesh?» con todo el escenario fascista, Waters de uniforme, pirotecnia simulando disparos de metralla y un avión estrellandose en el muro. Ya había valido cada peso.
Para no faltaron los inflables de el maestro, la madre y la esposa y las respectivas proyecciones en el muro, desde las clásicas como los martillos marchando y the Trial, hasta cosas mas actualizadas, como escenas de soldados regresando de Irak en Bring The Boys Back Home, o los borreguitos con sus audífonos blancos. 30 años de tecnología le han caído muy bien al show.
Durante Mother, pasaron una proyección de Roger Waters cantando durante la gira The Wall original. Los años no pasan en balde, se veía super joven y definitivamente cantaba con mas sentimiento.
Estuve un poquito (muy poquito) decepcionado por One of my Turns, esperaba que hubiera mas destrucción. Je je.
También fue inevitable pensar en la guitarra de David Guilmour durante Confortably Numb, pero como dijo mi amigo Carlos. No puedes pedirle tanto a la vida, después de ver ese concierto.
Otros momentos memorables del evento: durante In The Flesh, cuando todos cumplimos nuestro papel dentro del show y levantamos nuestros brazos haciendo el símbolo de los dos martillos, o al final de The Trial donde el Palacio de los deportes se cimbró al grito de Tear Down The Wall. No dudaría que el muro cayó del puro rugido.
Agradezco que me haya tocado presenciar este espectáculo, tan grande, tan completo y tan significativo personalmente. Derramé lagrimas varias veces.
Sin duda el mejor concierto en el que he estado hasta hoy.
A la salida un vendedor ambulante se llevó su aplauso, gritando: «lleve sus botellas de agua que también son Waters»