Cuando Alejandro me encargó ocuparme de la música en su boda inmediatamente pensé en mi amigo Otniel.
Un par de llamadas y quedó el trato hecho. «Solo un detalle», me dijo, «Pues no tengo mucha música de ese tipo de fiestas, pero tu si, ¿no?. ¡gulp!
Los siguientes días exprimiendo la biblioteca, abusando de google y haciendo una visita relámpago a San Juan de Letrán armé una finísima selección de 16 horas de fiesta, de la cual me sentí muy orgullloso.
El día de la fiesta, después de pasarme la mañana taggeando los mp3 conseguidos en el centro y después de casí no llegar por una puntada mecánica del coche,