Circo, Maroma y Teatro
Estabamos Rosa y yo camino al sur cuando se nos atravesó un circo.
Al menos 20 años tenía yo de no visitar un circo, claro, sin contar la oficina y algún que otro payaso que conozco. Llegamos con muy buen timing por que estaba empezando el show, nos hicimos de golosinas circenses y de un par de buenos lugares a un costado de la pista.
El espectáculo empezó con una mujer que caminaba sobre la cuerda floja (la cuerda no la mujer). Ahí como a tres metros del suelo la mujer se movía, brincaba, hacía splits, malabareaba, daba maromas y recitaba poesía.
Durante todo el show se puede apreciar la tradición de tantos años de los hermanos Atayde, por que el soundtrack que utilizan durante toda la noche es el mismo desde hace 30 años. Música groovy-funky-a-go-go, sacada de alguna serie policiaca de los 70’s, o de la colección de hits de Barry Manilow o Burt Bacharach (¿así se escribe?), enorme.
Después de la mujer del alambre, llego una chaparrita armada con una resma de ula-ulas y se puso a mover el bote, el cuello, los brazos, las piernas y las partes mas insospechadas de su cuerpo, al mismo tiempo que hacia girar los aros.
Al verla moverse y contonear lo que parecían como 4 caderas diferentes, la mente corrió libre y se imaginó como poder aplicar la flexibilidad de la mujer en alguna otra situación. Mmh.
Acto seguido, salió un niño como de 10 años aprox, con sendo latigote pegando gritos y golpes a 2 camellos, 6 llamas y un pony. Los animales corrieron, dieron vueltas, saludaron, brincaron y demás monerías, solo les falto bailar la Macarena.
También me pude dar cuenta de cómo funciona la logística del show: entre acto y acto salen los payasos a hacer payasadas mientras otras personas acondicionan la pista para el siguiente acto, arreglan el trapecio, ponen props y recogen la caca de los animales o de algún trapecista descuidado.
Después, salió un sujeto haciendo equilibrio en un columpio sobre tubos y planchas de metal, de hecho recuerdo que yo hacía lo mismo de chiquito, solo que sin columpio, sin planchas y con botes de leche nido, igual tampoco la armaba yo de cirquero entonces.
Para el siguiente acto, tuvimos el honor de tener a uno de los mismísimos señores Atayde, quien con una gala impecable (Saco Azul con pendejuelas, guantes blancos, pechera, un bigote bien peinado y zapatos de charol) dirigió a 7 caballos hacer mil y una monerías.
Luego vino un intermedio, que la administración aprovechó para enjaretarle al respetable todo lo que no había consumido antes de entrar al circo. Paseos en pony, golosinas varias, las antenitas de Tatiana, lightsabers pirata y hasta fotos con el elefante.
Después de la foto con el elefante comenzó el show de nuevo.
Vino uno de mis actos favoritos, los elefantes, ea! 4 animalotes de éstos marchando, haciendo de muertito, dando la pata (Que efectivamente parece botellota de Bacardi) y por supuesto caminando en fila como elefantitos, como a algunos jotines les gusta. Al frente de los paquidermos iba el hombre elefante, que no era el de la película (¡No soy un animal!) sino otro cuate de la dinastía Atayde. Hasta ganas de volver a ver Dumbo me dieron.
Directamente desde algun concurso de baile de TV Azteca, llegaron una docena de muchachitos a bailar y hacer maromas y contorsiones. Este al parecer era uno de los actos mas nuevos por que se podía escuchar música de C+C Music Factory o alguna otra jalada similar.
Para cerrar el show pusieron una red de seguridad grande grande, que nos dejo sin ver muy bien el acto, pero igual estuvo chido. 7 cuates trepados en los andamios de la carpa haciendole al trapecio, al paralelogramo y al triángulo escaleno. Dieron maromas, se columpiaron y desafiaron a la muerte. Me acorde de la tragica muerte del señor Wallenda. Cheil!
Aunque creo que faltaron enanos, probablemente sea por que el señor Atayde no tiene mucha suerte y le crecieron… pero bueno si puedo decir que me divertí como uno.