Una de las cosas que le recuerdan a uno que tiene mas de 30, es que la plática en las fiestas se cuelan temas que antes eran impensables. Como por ejemplo la importancia de un buen supermercado a la mano.
Yo me quejaba amargamente que no tenía un super decente cerca de mi casa. Hay un par pero bastante gachitos, de hecho ya cada vez evito mas ir al súper y cuando tengo que ir, lo hago principalmente resignado y cuando ya no hay mas alternativa.
Unos amigos me platicaron de este supermecado maravilloso en la Colonia del Valle. Hablaban con entusiasmo evangelizador sobre la variedad, la duela del piso, la experiencia de compra y por supuesto el precio.
Hoy en mi foreveralonismo sabatino, decidí ir a conocer esta Meca Hipster de las compras.
Bonito está. Colores cálidos, layout original, hasta los que cortaban el queso estaban bien parecidos, y por supuesto la duela.
El lugar no es grande, y uno de sus atractivos son sus áreas de comida donde uno se puede tomar un break del mandado para comerse unas tapas de Jabugo, un café gourmet o un gelatto (Nieve para los cuates). Probé las tapas y si, estaban buenísimas.
También vale la pena destacar la variedad de cosas que uno puede encontrar. Desde una pecera con langostas, comida empacada orgánica y eco-friendly, así como productos especializados de comida internacional. Lo cual se agracedece para aquellos que no cocinamos y buscamos cambiarle sin mucho esfuerzo a las sicronizadas Tia Rosa.
El problema cuando voy a uno de esos lugares lleno de cosas nuevas es que me da algo muy parecido al efecto Tim Allen.
El efecto Tim Allen, es cuando voy al Home Mart y luego luego se me antoja redecorar mi casa. Pintar las paredes, cambiar la regadera, hacer instalaciones de todo tipo y comprar herramientas para cualquier contengencia. Lo bueno es que me conozco y se que al llegar a mi casa, no soy capaz de apretar ni un tornillo. Como prueba A, está el apagador del otro cuarto que tiene ya casi 4 años sin cambiar.
En el súper, lo análogo sería algo así como el efecto Chepina Peralta, donde compro todos los ingredientes que veo para preparar suculentas cenas y nutritivos desayunos, que al final acabaran caducando tristes en la alacena y verdes en el refri.
Afortunadamente recapacité y esta vez solo me dedique a buscar un queso decente.
Me gustó el lugar. Pero efectivamente es caro y aún no me puedo dar el gusto de gastarme $500 pesos por un queso y dos bolillos cada semana 🙁
chale… yo también me emocioné con el super de ‘duela’ al que pasamos cada que vamos con una clienta (está cerca de su oficina y lejos de nuestra casa… snif) cosas de la edad U_U
Pues ya me dejaron con la duda cual cadena de super es?. Del arroz, quien iba a pensar que corria libremente por las praderas, ja, ja. (muy buena observación, ja, ja)
😀 Saludos.