Después del desayuno mi cuerpo agarró un poco más la onda y caí dormido el resto de la mañana. Me desperté justo a tiempo para el juego de España que vimos en el Bar del hotel. La mayoría apoyaba a los Rusos, menos un español que conocimos que estaba ahí por chamba, e incluso el estaba pesimista.
Durante el juego llegó Ahmed que era un conocido de Luis originario de Alejandría y que estaba de vacaciones en su casa. Y nos llevo a cenar a un lugar egipcio.
Aquí fue cuando nos enteramos que el Hotel quedaba como a una hora del centro. M8 control freak interior (y exterior) se apachurró por la falla logística, pero nada que no tuviera remedio.
Fuimos a cenar a un lugar llamado “Carlos”, donde dejamos que Ahmed pidiera para toda la mesa. Primero trajeron un montón de platitos llenos de humus, jocoques, berejenas y untables con pan pita, luego trajeron Platón de arroz acompañado de algún caldo verde y viscoso que estaba más rico de lo que suena. De plazo fuerte nos trajeron 2 anafre con variedad de carnes muy sabrosas, y finalmente compartimos postres y té. Muy rica la cena y muy amena la charla. El anfitrión nos puso en un auto de vuelta al hotel y nos metimos al sobre.
Al otro día empezó después de un fix informativo para enterarnos del chisme electoral, empezamos nuestro turismo en forma. Llegamos temprano a la citadel, que es un fuerte tipo San Juan de Ulua. El Fuerte fue construido por ahí del 1400 justo en lugar donde estaba el famoso y maravilloso Faro, que para entones ya estaba más bien fundido.
Como fue día de juego de Mexico íbamos enfundados en nuestras camisetas de la selección y más de una vez la gente nos paró para desearnos buena suerte en el juego de la tarde. El mundo unido por un balón indeed.
Después del fuerte nos fuimos a la biblioteca de Alejandría, que no es la que se quemó, sino una nueva versión que se aventó el gobierno egipcio desde el 2002. La librería tiene espacio para 5 millones de libros y apenas llevan como 2.4 millones. También tienen un acervo y un proyecto de digitalización muy ambicioso. además de que tiene varios museos y un platanario.
Nos paseamos por algunas salas de los museos, con especial énfasis en una con planos y litografías de la ciudad de Alejandía, incluídos algunos modelos de cómo suponen que era el faro. Otra sala tenía exhibidos manuscritos antiguos varios. El más viejo tenía 1100 años. También había varios facsímiles (por no decir copias) de otros manuscritos, como papiros del antiguo Egipto, biblia de Gutemberg, y algunos de matemáticas árabes que estoy casi seguro que eran las primeras ediciones del Baldor.
La parte triste es que junto a las copias había plaquitas, que decían que el original lo tenían en Londres, Austria, Paris, etc. Y ps si está gacho que los locales no tengan el documento bueno en casa.
Pasamos al área de lectura y entre la banda estudiante que hacía tareas, me logré hacer de una terminal para explorar el catálogo. Ahí estaba yo, dispuesto a explorar los millones de libros para ver qué escritores mexicanos encontraba, que autores de ciencia ficción, terror, o textos raros podía encontrar, y lleno de emoción empecé a teclear puros caracteres arábigos ininteligibles 🙁
Antes de que me diera tiempo de buscar un teclado occidentalizado, vimos que era hora de irnos a buscar un lugar para ver el juego.
Después de un par de intentos en un lugar que se veía de mala muerte y otro que no tenía TV, llegamos en Safe a una cafetería muy simple pero con TV que era lo único que nos importaba. No había mucha gente y los meseros nos vieron de variedad. Comimos simple pero rico y pasamos el mal rato del juego 🙁
Después de comer, nos pedimos el Uber para el hotel, y haciendo planes de que hacer de nuestra tarde decidimos aprovechar el servicio de Shuttle de cortesía… al supermercado.
He de decir que me divierte mucho hacer súper en países ajenos, las diferencias en lo mundano le da mucho sabor a viajar. Todavía nos dio tiempo de ver el dramático final del Bélgica-Japón antes de devolvernos al hotel para caer rendidos.