Como el día anterior había sido un día algo intenso, y por que ya estamos viejos, decidimos bajarle dos rayitas y levantarnos un poco más tarde. Con alegre calma desayunamos y nos fuimos al sitio arqueológico del anfiteatro Romano.
Según el internet, las ruinas romanas son poco populares en Egipto y pues las ningunean. Y si bien no son súper espectaculares me gustaron mucho por que finalmente representan lo cosmopolita que fue esta ciudad hace 2000 años.
Hace ya varios años, tuve una fase en mi ñoñez donde me dio por investigar sobre el mundo antiguo y me fascinó la situación de Alejandría, un puerto muy importante comercialmente pero además el centro cultural y científico de la humanidad durante 700 años. Egipcios, griegos, turcos, romanos, persas y demás se encargaron de convivir y cosmopolitizar este lugar y Me dieron muchas ganas de conocerlo.
En ese entonces contacté a mi agente de viajes y le dije que quería conocer Alejandría (Alex para los cuates). Me puso cara de incredulidad y me contestó “¿Como por que?”. Aunque no creo que le haya convencido mucho mi explicación, acabó organizándome un Tour que incluía a Turquía, Grecia y otros lugares así. Corría el año de 2011, y justo en medio de la planeación, ¡zas! Se vino la revolución y la famosa Primavera Arabe.
Tuve que cambiar mis planes y cambiar mi destino (spoiler alert: me fui a China).
Por eso, ahora que tuve la oportunidad de visitar Egipto, recordé mi capricho de hace unos años y no dudé de poner a Alex en el itinerario.
Alejandría está a 200 km del Cairo, sobre el mediterráneo. Es un puerto muy activo e importante y la segunda ciudad más grande de Egipto.
La fundó Alejandro Magno hace 2300 años, tuvo un faro que dicen que estaba muy perrón y fue la hogar de Cleopatra, la última Faraón Egipcia.
El chofer que nos trajo desde el aeropuerto del Cairo, nos dijo que probablemente iba a haber bastante gente, por que la gente de Cairo la usa mucho para vacacionar.
El tema es que a pesar de todo el peso histórico que tiene la ciudad, no la sentí para nada amigable con el turista. La ciudad, por ejemplo, de 2000 años para acá ha crecido por encima su historia. Hay muy pocos sitios arqueológicos y no fue sino hasta el siglo pasado que empezaron a hacer arqueología submarina buscando restos del faro y del palacio de Cleopatra. También, en uno de los varios documentales que vi antes de venir, se me hizo muy curioso que los arqueólogos andan cazando construcciones para ver si encuentran algo, y pues no les hace mucha gracia a los constructores de multidepartamentos frente al mediterráneo.
Siento que la ciudad está muy satisfecha siendo un puerto, y que eso le deja todo lo que necesita, y eso de la arqueología se lo guardan para otros lugares de Egipto más visitados. Pero tampoco soy experto, apenas llevo dos días aquí.
Entre eso y que la ciudad está más bien feíta, me queda muy clara la cara de incredulidad que hizo mi agente de viajes hace 7 años. La ciudad cambió en los últimos 20 siglos y no se parece nada a una película de Amenabar. Aún así estoy muy contento de haberla visitado y algo apenado con los pobres inocentes que me acompañaron.
Pero bueno, después de la ruinas griegas regresamos a la biblioteca, por que resulta que además tiene un planetario y el día anterior no pudimos conseguir entradas. La función fue, apropiadamente, las estrellas de los faraones y pues hablan de cómo los egipcios interpretaban la bóveda celeste cuando no tenían internet que les quitara el tiempo. La verdad estuvo buenísimo.
Después de la función fuimos a comer a un lugar de Pescados y cocina mediterránea, con una vista sabrosísima a la bahía.
La siguiente parada estaba programada para que fuera a ser el museo nacional de Alejandría, aunque parte del contingente estaba un poco escéptico y se estaba debatiendo en separarnos y otros regresar al hotel.
Los elementos de duda eran que, se nos había hecho un poco tarde y le quedaba poco tiempo de abierto al museo, además que después de los puntos “turísticos” que ya habíamos visto, las expectativas para el museo estaban bastante bajas.
Decidimos pedir el Uber y hacer primero una escala en el museo, y dependiendo de cómo se viera la situación separar el contingente o no.
Hablando de la logística del viaje, la parte de Alejandría fue la única donde no contratamos Tour guiado. Teniendo los puntos claros de lo que queríamos visitar y habiendo Uber, pensaba que íbamos a poder librarla. La mayor parte de las veces tuvimos suerte, ya que los choferes hablaban el suficiente inglés para entendernos o eran diestros con la tecnología y el GPS y el App era todo lo qué necesitamos.
Por supuesto hubo la excepción.
El chofer que nos recogió para hacer la parada doble, no hablaba ni una palabra de inglés y averiguamos a la mala que tampoco sabía usar muy bien su app.
La sospecha fue cuando de inicio nos quería llevar al hotel, y tratamos de explicarle que primero era el museo y luego el hotel. Por un momento pareció entender, pero luego vimos que no estaba siguiendo su GPS y nos estaba llevando por otro lado.
Las calles de Alejandría son como una mezcla de 16 de septiembre en el centro y lo más gacho del Estado de México, así que bajarse a la brava tampoco era opción. Otra vez tuvimos un intercambio de dígalo con mímica para tratarle de hacer entender a donde íbamos, el tipo asintió como si entendiera, pero seguía sin seguir el GPS. El colmo fue cuando se detuvo a preguntarle a un ruletero egipcio, alcanzamos a oír el nombre del hotel. En frustración y ya con el tiempo que había transcurrido, decidimos abandonar el intento de ir al museo y conformarnos con salir vivos o al menos con nuestros órganos internos intactos.
Intentamos hablarle al amigo egipcio de Luis con el que habíamos cenado pero nos mandó a buzón. Finalmente en un esfuerzo que ya quisiera la ONU para resolver conflictos en la zona, logramos darle direcciones para llegar a salvo a nuestro hotel.
Con media tarde aún por delante pedimos unas cervezas en el lobby y vimos un rato del Suiza-Suecia. Al terminar el juego nos fuimos a relajar un rato, ya que en la madrugada nos recogerían para llevarnos de nuevo al aeropuerto del Cairo y a nuestro siguiente destino.
Por la noche, viendo lo bien que nos había salido la ida al súper el día anterior, nos volvimos a subir al shuttle del hotel… pero para ir a cenar a un restaurante que habíamos visto junto al centro comercial. Cenamos muy rico y agradable mientras vimos el Colombia-Inglaterra.(Me gustan los horarios de los juegos en este continente).
En el restaurante la mayoría de los comensales vitoreaban a Colombia, sospechamos que era por un resentimiento anti-británico arraigado.
Acabando el juego nos regresamos al hotel, a prepararnos para que pasaran por nosotros.