Mi éxodo empezó a las 7 de la mañana. Salir de León manejando a la CDMX. A pesar de que mi mente andaba ensayando escenarios catastróficos, como llanta ponchada, batería muerta, bloqueo carretero y demás calamidades. La verdad fue un viaje muy tranquilo y muy estándar.

En la CDMX me dio mucho gusto ver a mis papás y a mis hermanos, aunque sea por un ratito. Fue una buena recarga de cariño directo al corazón.

El siguiente tramo ya era de mas kilómetros vuelo México-Madrid. El vuelo era a las 12 de la noche y para esas horas yo ya andaba con pila super baja. Dormí la mayoría del vuelo. También fue un trayecto suavecito y sin problemas.

El encanto se rompió cuando hubo que registrarse en la aerolínea del país anfitrión. Naturalmente esperábamos una fila larga, y nosotros que llegamos temprano estábamos relativamente en buen lugar. Pero las personas de la línea estaban algo confundidas. Habíamos recibido un mail con un documento que nos pidieron imprimir, lo cual llevábamos diligentemente, pero además revisaban el documento digital. Los mismos empleados del mostrador estaban un poco confundidos con la redundancia. En fin acabamos pasando con menos tiempo disponible que el que presupuestamos.

En la fila para el registro básicamente Argentinos y Mexicanos éramos mayoría, por ahi conocimos a un Ecuatoriano soñador y a un boliviano entusiasta. Alice decidió empezar una encuesta entre los compatriotas que llevaban sombrero de charro: ¿Pensaban regresar a Mexico con o sin el sombrero? Veamos al final del viaje como salen los resultados.

Cansados y esperando el vuelo de 7 horas a Doha, nos informaron que el vuelo estaría retrasado unió una hora y media. Algunos lo tomamos bien, como gajes de un viajero. Otros se dedicaron a beber como si no fueran a encontrar alcohol en Qatar y empezaron la fiesta. Unos Mexicanos ya entonaban el cielito lindo y un argentino indignado por el retraso ya estaba grabando su queja, supongo que para mandarla a las autoridades del internet