Pedimos check-out tarde en el hotel para estirar la playa lo mas posible. Leer, dormir y contemplar.
En el vuelo de regreso a Doha vimos mucha gente con camisetas argentinas o croatas. Era claro hacia lo que iban. Un croata presumía orgulloso su bufanda de Rusia 2018 donde habían eliminado a Argentina y confiaba en que la historia se iba a repetir.
Michelle nos recogió en el aeropuerto y nos fuimos directo al estadio.
Este juego era el único donde no teníamos entradas con Accesibilidad especial y tampoco estacionamiento preferente, así que era un misterio donde nos ibamos a estacionar.
Habíamos escuchado algunas historias de terror que había que caminar hasta 40 minutos desde e estacionamiento al estadio. Entonces nos fuimos temprano para anticipar cualquier tema.
El final fue feliz, ya que gracias al werita power combinado de las hermanas, 10 tarjetones de estacionamientos previos y nuestra cara de turistas, pudimos convencer a los filtros de acceso que nos dejaran pasar y estacionar junto al estadio.
La mayoría de la afición era argentina naturalmente. Pero la afición croata si era bastante mas grandecita que la de los Australianos y la de los Holandeses.
El juego estuvo bueno, digno de una semifinal de mundial. Me tocó ver el golazo de Alvarez desde la media cancha. Una maravilla
Desde la llegada al estadio me empezó a oler a melancolía y nostalgia. Trate de grabarme con los todos sentidos esa última visita al estadio.
Ya entendí a la gente que planea y ahorra para poder ir al mundia cada cuatro años. 25 días y 11 juegos después, y aún me quedé con ganas de mas.
Es mi primer mundial y seguro no estoy siendo objetivo, pero el hecho de que fuera en un lugar tan reducido y tener acceso a tantos juegos y tener la fiesta concentrada en un lugar, veo dificil que vuelva a pasar.
Todavía me queda un dia de paseo y tres juegos para ver por televisión. Pero mis vacaciones ya se sienten de salida 🙁