Desayunamos en un Diner cerca del hotel y jalamos para el observatorio Griffith y aunque íbamos relativamente temprano, ya había mucha gente cuando llegamos. James Dean no tuvo tantos problemas para estacionarse. Mientras @alicedice comparaba los boletos para el platanario yo me fui a buscar lugar, apenas llegue a tiempo a la función.
La función que vimos hablaba del agua como fuente vida y nos gustó tanto que hicimos permanencia voluntaria para ver la siguiente que hablaba de cómo nos creíamos el centro del universo por mucho tiempo.
Me gusta ese sentimiento de perspectiva que dan los planetarios, uno ve cuán chiquitos somos y se da cuenta que cualquier problema es una vacilada.
El resto del observatorio es tal y como lo vio en el cine, hasta hay un busto conmemorativo de James Dean. Además tiene una vista muy bonita y nos tocó muy buen clima.
La ciudad de Los Angeles, es muy grande y sumándole que tiene de los tráficos más gachos de Estados Unidos, los trayectos no estuvieron cortos. Nos recordó a nuestra CDMX.
El juego de baseball modificó un poco nuestros planes, así que en aras de irnos acercando al estadio fuimos a visitar The Last Bookstore.
The last bookstore se dice ser la librería / tienda de discos más grande de California, y tiene una vibra muy especial.
Además de vender libros, tienen una enorme selección de vinilos hipsters, galerías de arte y hasta una tienda de estambres y tejidos, pero el atractivo principal es el laberinto de libros del segundo piso. Me gustó mucho.
Después de la librería y para acercarnos más al estadio, comimos en un restaurante vietnamita del barrio chino, que según google quedaba a menos de 1km de la casa de los Dodgers.
Si bien quedaba cerca, un par de salidas mal tomadas nos hicieron dar más vuelta y meternos al tráfico pre-juego. Fue un momento de tensión, por que 5 min de camino se convirtieron en 30 con el juego cerca de comenzar.
El estadio de los Dodgers está en la cima de una loma, a pesar de que el mapa nos señalaba que estaba muy cerca, visualmente no se alcanzaba a distinguir y eso solo aumentaba mi ansiedad.
Finalmente un grupo de personas en el auto de enfrente se bajo para seguir a pie, y pensando que ellos sabrían el camino, me bajé para seguirlos.
Todo el ejercicio que he estado haciendo este año fue entrenamiento para este momento. Entre la presión del tiempo y la pinche subida me hicieron trabajar, piernas, pulmones y corazón en un cardio intenso.
A cada paso y gota de sudor, pensé que debí de haberle hecho caso a mi padre y haberme ido al estadio desde las 7 a.m.
Agotado pero contento llegué al estadio que ya era una fiesta del tamaño de serie mundial.
Me divertí muchísimo, además del ambiente en el estadio, la maravilla de vivir en el futuro y de traer una pila extra, me permitió estar en comunicación y compartir con familia y amigos la experiencia durante el juego. Uno ya no está solo.
En un momento por ahí de la 4a entrada que el juego seguía 0-0, pensé en la posibilidad de que el juego durara como los 18 inning del día anterior, pero un Gran Slam de los Dodgers en la 6, rompió el estadio en júbilo. Ese momento valió el boleto y la caminada.
Otra parte que había que improvisar era la salida del estadio. Cautelosamente me pare de mi lugar en la 8va entrada para estudiar mis alternativas. Cuando Boston anotó 3 carreras en la parte alta de la 9a decidí correr para ganarle a la marabunta de gente y buscar un medio de transporte para salir de ahí. Fue una buena decisión. Encontré unos autobuses que me llevaban a una estación donde amablemente @alicedice paso por mi.
Fue un buen día