Después de mi dia non-grato en la oficina llegue a casa a hacer maleta para el Tour a Veracruz de este fin de semana. La idea original era la casa Duo, sede del Maufest y ser apapachados por Bruno y Doña Mari mientras nuestros obligos apuntaban al sol.
El plan de acapulco de frustró por que no juntamos el cuorum para llenar la casa Guerrerense. Así que en algún momento el plan cambió a un tripito por Tajin, Casitas, Tecolutla, y demás pueblos Veracruzanos. Buen plan.

Entre tanto asunto que ocupa mi cabeza, no había tenido el chance de saborearme el viaje y apenas haciendo mis maletas me cayó el 20 que tengo un fin de semana roadtripero cerca del mar con buenos amigos. Yeah!
Mi único conflicto es que mi novia no puede ir lo cual puede mermar el gozo. Cheil!

Esta vez había decidido que no iba a usar mi maleta de costumbre.
Tengo 2 maletas. Una de ellas me la encontré un día en un closet, sucia, vieja y despintada, dicen que era de mi abuelo que era ferrocarilero, me gustó y la empecé a usar. Tiempo después una exnovia de mi hermano me regaló una maleta un poco mas grande y tan parecida que bien pudo haber sido parte del mismo juego de velices hace 50 años.
Me acostumbré a usarlas, pasaron los años y aunque ya contabamos con maletas del presente, desas con rueditas y toda el asunto. Para mi siempre fue la onda cargar con mis velices para todos lados.

Hoy dije «¡Ya no mas!» (Como el culito). Ya estuvo suave, ya estuvo buena la gracia, ya soy adulto, ya los niños me dicen señor y los seleccionados de futbol son mas jóvenes que yo. Así que decidí preparar mis cosas en una petaca de esas que usa la gente.
Haz de cuenta Ricitos de Oro, una maleta demasiado chica, otras demasiado grandes y la que contenía perfecto mi volúmen de ropa fue mi viejo veliz…
So be it.