Five O’clock high

octubre 30, 2006
A principios de la semana después de una breve plática con mi jefa, tomé la decisión. Una de mis niñas se tendría que ir para abrir paso a alguien con mas capacidad y habilidades y que realmente me ayudara en lo importante.
Me puse como fecha el viernes y no pensé mucho en ello el resto de la semana.

El lunes me preocupé por mi llanta ponchada, el martes y el miércoles me faltó cafeína, el jueves estuve en la calle todo el día (lo cual me vino bien) y llegó el viernes.

Como tarea anunciada desde un mes atrás, las tres de mis niñas tendrían que preparar una exposición del trabajo que hacen. Las dejé solas y para mi sorpresa se organizaron y salieron con un trabajo muy creativo.
Durante su exposición fue cuando empecé a echarle pensamiento al asunto y me empecé a consternar.

Busque consejo con el Dios Google y aunque me dio buenos tips, cada minuto que pasaba una duda-angustia me comía.

Aunque sabía que era la movida a hacer, me sentía mal. Me empecé a buscar pretextos y justificaciones contra su negatividad, actitud conflictiva y confortismo. De repente no parecían causa suficiente, no había una gota que derramara el vaso ni ninguna acción concreta que fuera motivo. Dudé.

A la hora de la comida hubo un paréntesis relajador.
Una compañera de la oficina tiene una amiga que después de ser una importante ejecutiva corporativa, descubrió que su vocación era ser dostradora tipo tupperware de juguetes sexuales.

Se organizó una demostración en casa de una compañera que vivía cerca, con el propósito de echar guasa, comer pizza y con suerte descubrir algún secreto tántrico desconocido. (No necesariamente en ese orden).

La demostración estuvo divertida as intended, ropa interior masticable, aceites y escencias juguetonas, juguetes de varios tamaños y texturas, incluyendo un patito de hule vibrador muy kinky.
Habiendo estado a dieta por ya varios meses he de reconocer que lo mas erótico de la tarde fue la pizza. Uuuuts!, no se de donde la pidieron, pero que cosa mas deliciosa.

Acabando la demostración y aparte de las tres rebanadas de la pizza, regresé a digerir la cesión de esta niña.

A las 5, la llamé a una sala de juntas y le di la noticia.

por supuesto es una noticia que no es para tomarse bien y hubo algunas replicas esperadas. Traté de manternerme lo mas estoico posible.
Probablemente es lo mas feo que he tenido que hacer en mi vida profesional so far.

Después del acto platiqué un poco con mi jefa quien trato de hacerme sentir mejor, no pudo.

Al final del día estaba programada la final del torneo de dominó, dónde tenía que estar presente. Y mientras todos estaban pasando un buen rato yo me sentía física y animicamente mal.

Al llegar a casa platiqué un poco con mi madre quien me dio puntos de vista muy sabios y si me hicieron sentir un poco mejor.
Me ayudo a identificar y controlar un poco el sentimiento: culpa.

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